sábado, 15 de marzo de 2008

De aquellos barros...

Hete aquí que, durante los últimos años de la década de los setenta y principios de los ochenta, la afición al fútbol sufrió una cierta bajada en España. Resulta que, como reacción al fuerte impulso que recibió este deporte durante la dictadura, mucha gente tirando como a intelectual, lo rechazó, en gran medida a favor del baloncesto, deporte más moderno y muy valorado tanto en la democracia americana como detrás del telón de acero. Por cierto, fruto de aquello se obtuvieron bastantes éxitos en competiciones internacionales entre las dos canastas.

Pero en los noventa, las televisiones privadas repararon en que el fútbol seguía manteniendo una afición importante, y que todavía era muy explotable comercialmente. Se pusieron, pues, manos a la obra. Y los gobiernos de entonces, como los de ahora, como los de antaño, sabían que el fútbol es una herramienta muy útil. Eso no es nuevo. Recuérdese el panem et circenses romano.

Así que demos al pueblo fútbol. Ocupemos el 50% del noticiero con el fútbol; así prestarán menos atención a otras cosas. Incluso, hagamos de algunas noticias futbolísticas portada del diario, el telediario, etc. Exprimamos el tema al máximo: de los partidos bajamos a las declaraciones, de ahí a los entrenamientos, de ahí a las gripes y gastroenteritis de los jugadores, y por último, abramos un nuevo horizonte: las intimidades (madres, esposas, ligues...) y las miserias (corramos un tupido velo) de los futbolistas, con lo cual ya hemos involucrado también a la prensa del corazón.

No, la religión ya no es el opio del pueblo, Carlitos: ahora es el fútbol y la prensa rosa. Por lo demás, el fútbol va adoptando maneras del culto religioso. Y si no, veánse los anuncios de la Champions, o como se llame, en las que un padre y un hijo (hay que enseñarles desde pequeños) ven, extasiados, como un enorme balón de fútbol desciende hacia ellos desde los cielos, entre cánticos apoteósicos.

Claro, llega un momento en que a la peña del mundillo se le va la pinza, contraviene el ordenamiento jurídico básico español y no convoca elecciones cuando le toca, sino cuando le viene en gana; ya la tenemos montada. Y como la FIFA (o quien haya sido) ha amenazado con excluir a la Selección masculina española de fútbol de no se qué competiciones, habrá gran bajada de pantalones, y en la Federación Española de Fútbol harán lo que les salga de ahí. No lo duden, oigan.

Así que ya puestos, y para ir ya alcanzando las más profundas cotas de la estupidez humana, yo propongo que la RFEF de un golpe de estado y pase a gobernar lo que un allegado mío tiene a bien llamar "este país de mentira" (en uno de verdad, según él, no pasan estas cosas). Francamente, no creo que las cosas empeoraran mucho, especialmente en el plano educativo, en el cual, ya sabemos que buena parte de nuestros estudiantes no sabrá ni la tabla del dos, pero la alineación de la última selección española masculina de fútbol que eliminaron en dieciseisavos de alguna competición, la recitan de carrerilla.

2 comentarios:

Jetlag-Man dijo...

Qué razón tienes, Concha. Y la pena que da pararse a pensar en cómo están las cosas. El día que me harte empiezo por cortar todas las antenas de las teles de casa, que es la principal culpable.

Nutria dijo...

Llámame ese día, por Dios, yo también quiero.