miércoles, 8 de abril de 2009

Etología paleontológica

Las necesarias pero aburridas sesiones de musculación en el gimnasio, se ven a veces aliviadas con la observación del comportamiento de las aún no extintas manadas de prehomínidos que sienten querencia por estos lugares. Quien no se ha deleitado viendo a estos simpáticos primates con sus ancestrales ritos, y analizando la jerarquía del grupo.

El otro día, en la instalación que suelo frecuentar, apareció el macho alfa de la manada cuando ya se habían reunido los demás, lo cual fue saludado con abundantes gritos guturales entre los que se empezaba ya a distinguir unos rudimentos de lenguaje, como "qué pasa macho" y semejantes.

El macho alfa, provisto de poderosos músculos, especialmente en el tren superior, y con algo de reservas en su zona media, sonríe, saca de su bolsa un MP3 o algo así y unos pequeños altavoces, conecta todo ello con notable habilidad de sus manos rudimentariamente prensiles, y el conjunto tecnológico empieza a emitir un ruido machacón taladrante que un ex novio DJ bacaladero que tuve calificaría como mákina, pero de la rayante; para mi que el tío que, ejem, "compuso", o defecó semejante cosa, fue conejillo de indias para experimentar el electroshock pero la prueba resultó fallida y le frieron el cerebro o lo que tuviera dentrol cráneo. A continuación, el macho alfa deja de prestar atención por completo a la música esa hasta el final de la sesión.

Acallando los gritos guturales, explica la razón de su tardanza:

- ¡Vengo del Monumental, de sacar entradas para Carmina Burana!

Otia! Eso sí que no me lo esperaba)

- Y esa, ¿quién es?
Joder, tío! ¡Carmina Burana es una ópera de Wagner!

Ay, la hos...

-Pues por el camino me he metido en una tienda del centro y me he pillao un rebote de la hostia. ¿Pues no estaba el dependiente hablando catalán con una tía? ¡Joder, me he ido sin comprarle! ¡Coño, en una tienda española, tienen que hablar en español! A ver, ¿y yo qué se si a lo mejor estaban hablando de mi? ¿eh?

A mi no me cabe la menor duda: completamente seguro que hablaban del ejemplar en cuestión.

Los prehomínidos tienen todos predilección por su tren superior, y dentro de éste, el ejercicio que más les mola es el ritual conocido como press de banca. En este ejercicio, lo mejor es coger un peso algo mayor de lo que razonablemente pueden levantar más de dos veces; eso permite que los machos beta, gamma, etc., puedan, por un lado, ir raudos a asistir al macho alfa, y la aceptación de éste les hace escalar puestos en la jerarquía, y por otro, ser asistidos por otros ejemplares; el sistema de castas es un tanto cerrado, y por ejemplo, es excepcional que al tirillas del grupo le asistan o bien alfa o bien beta.

Si es alfa quien se está ejercitando ("tirando"), se hace corrillo babeante a su alrededor, y todos observan como, a la segunda levantada de la barra, cargada con los discos más gordos que hayan encontrado, el macho beta empieza a agarrar la barra también (lo cual permite así que éste haga también ejercicio). A la tercera levantada, el macho alfa empieza a emitir fuertes y viriles gemidos, que a la quinta ya son berridos contenidos; parece bastante escatológico, algo así como el fin de una larga temporada de estreñimiento, pero no debemos confundirnos. Un conocido mío era claramente un paria del gimnasio; nunca ponía las pinzas de tope de los discos en la barra, para así, si no podía con el armatoste, poder inclinar el conjunto y que los discos cayeran. Es obvio que no contaba con nadie que le ayudara. Y se me ocurren más comentarios relacionados con el tema, pero no vamos a meneallo por ser un tema delicado y triste.

La rudimentaria conversación suele girar sobre las hembras. Éstas apenas frecuentan el local, y entonces, si sólo estamos las consideradas hembras no reproductivas (por edad o porque parezcamos casi tan fuertes como, por lo menos, los tirillas), se oyen conmovedoras simplezas sobre el tema. Concretamente, el día del Monumental y Carl Orff, digo Wagner, un comentario representativo fue "las tías mejores son las españolas y de derechas". Cuyo análisis obviaré... precisamente por obvio. Pero si una hembra reproductiva entra en la sala, los machos de segundo nivel iniciarán tímidos acercamientos; los tirillas suelen emplear variantes del "hace mucho que no venías" y los algo más musculosos asesoran a la interfecta en el manejo del aparato que toque (aparato del gimnasio, guarretes, que ya se por dónde vais). Esta conducta es cuidadosamente evitada por los machos dominantes, que fingiendo estar muy por encima del tema, evitan ser puestos en evidencia en caso de rechazo.

También ese mismo día del Monumental, de pronto se oye una gran exclamación de dolor, no relacionada con el berrido escatológico del exceso de carga.

-¡¿Qué pasa, tío, es el hombro?!

La sala de curas se halla providencialmente frente a la de musculación, llaman y sale el médico:

-¿¿¿Otra vez tú???

Se conoce que uno de los machos de segundo nivel tiene el hombro descuajeringado, lo cual no le impide coger obcecadamente pesadísimas mancuernas con el brazo correspondiente. Creo que ese es uno de los motivos por los que se pensaba que los prehomínidos se habían extinguido hasta que se les encontró saliendo del gimnasio camino del fondo sur de un estadio de fútbol. Sin haber estirado ni un músculo, por supuesto.