viernes, 7 de marzo de 2008

¿Y después?

Requetehastiados ya de la tele en abierto, Fósil-Man y yo nos hemos hecho del Canal +, y hemos contratado el paquete "Documentales" (tentada estuve de coger el de deportes, pero eso en política se llama "golpe de estado" y es una cosa muy fea que vosotros no debéis practicar en casa, niños). Bien, pues entre cocodrilo y cocodrilo devorando alguna cebra, encontré un documental más o menos graciosete llamado "10 trucos para sobrevivir a la extinción", o algo así, y ponía casos conocidos de especies extintas. De hecho, lo presentaba un simpático dodo (un bicho más bien feote, pero no se extinguió por eso; además, habría que ver qué pensaba él del ser humano). No, no voy a extenderme sobre el truco que exponían como nº 2 o por ahí, "Si quieres sobrevivir, mantente alejado del ser humano". No, eso es muy obvio, y lo dejo para cuando me raye ya definitivamente y me ponga a predicar desde lo alto de un muro.

No, lo que me llamó la atención del asunto fue que, contrariamente a estos documentales tan tristísimos sobre lo mal que le va a la naturaleza, que nos lo estamos cargando todo, etc., que me suelen dejar más bien deprimida, éste no. Este me dejó en cambio una sensación de alivio. Terminaba prediciendo nuestra próxima extinción. Decía que subiría el nivel del mar, lo cual nos dejaría con menos espacio vital (entendido en sentido nazi), estaríamos todos más hacinados y peor alimentados, y las enfermedades infecciosas se propagarían como la pólvora; y no tendríamos recursos genéticos en forma de seres vivos biodiversos para combatirlos, es decir, no podríamos fabricar fármacos, porque las plantitas necesarias nos las habríamos cargado.

Pero que no importa, seguían. Al poco tiempo de habernos extinguido, la vida volvería a prosperar como ya lo ha hecho en otras extinciones masivas anteriores (aunque decían que esta iba a ser la peor, al ritmo que llevamos de extinción de especies al año - dato que siempre me ha escamado, ver El Ecologista Escéptico, de Bjorn Lomborg, capítulo 23). Pero aún así, lo que nos sobreviviera nos olvidaría pronto y la vida se abriría camino.

Bueno, pues eso me dejó mucho más tranquila. Y es que tendemos siempre a identificar fin del mundo con el fin de nuestra especie. Somos unos cabroncetes tan egocéntricos que no nos damos cuenta de que otros bichos muy poderosos, o adaptados, o fuertes, también se extinguieron... y la cosa siguió adelante sin ellos.

Yo no sé si nuestra extinción va a ser una cosa tan rápida e inmediata como decían estos chicos, pero bien pudiera ocurrir, y no me apetece nada que me toque vivirlo. Pero, salvo por eso, me importa un pimiento que se extinga la especie humana. Eso no quiere decir que ahora me ponga a contaminar como una cabrona; todavía podría sonar la flauta, si no para nosotros, para algunos otros bichos o algunas plantas. Y al fin y al cabo, bueno, están sobrinos, y ahijados, y alguna gente joven a la que tengo afecto.

La verdad, sé que los que os habéis reproducido os cagaréis en mi, pero chicos, no es que esté deseando para nada que nos extingamos, pero si tiene que ser, pos fale, que sea; y enhorabuena a lo que quede detrás.

1 comentario:

Jetlag-Man dijo...

Pues por lo gili que está el mundo, yo diría que el fin podría llegar tras una histeria global por falta de cobertura para el móvil. La gente empezaría a suicidarse en masa, o todos majaras. Seguro que nos vamos a la mierda por una tontería. Ya verás.
Besos